Asomaba a sus ojos una lágrima
y a mi labio una frase de perdón;
habló el orgullo y se enjugó su llanto,
y la frase en mis labios expiró.
Yo voy por un camino; ella, por otro;
pero, al pensar en nuestro mutuo amor,
yo digo aún: —¿Por qué callé aquel día?
Y ella dirá: —¿Por qué no lloré yo?
Gustavo Adolfo Bécquer
Y así vamos por el mundo esperando que sea el otro quien diga yo, a pesar del gran amor que sintamos no nos llena el reconocer que somos el que más amó.
A veces me pregunto si el orgullo se podrá erradicar, si un día no importará si fuiste tú quien abrazo primero, si soy yo quien besa al final, quisiera que lo único que se recuerde es que se vivió el amor, cuando se sintió, que fue intenso, que fue real, y no que pasamos la vida calculando quien de los dos amaba más.